lunes, 13 de diciembre de 2010

Que vuelvan los días de gloria





Su registro la temporada pasada fue de 29 victorias y 53 derrotas. No juegan los Playoffs desde 2004, dónde cayeron en primera ronda ante los New Jersey Nets por 4-0.  No consiguen ganar más de 40 partidos desde la temporada 2000-2001. Han contado con jugadores que han resultado ser un enorme fiasco, como Dan Dickau, Fred Jones, Jerome James, Malik Rose, o Eddy Curry. Han contado con estrellas que no han cumplido con las expectativas, como Stephon Marbury, Tracy McGrady, o un Steve Francis en el ocaso de su carrera. Han contado con jugadores con gran talento pero minando cualquier intento de estabilidad en el vestuario, como Zach Randolph o Nate Robinson. Han contado con un entrenador como Mike Brown, con una ilustre estrella de las canchas NBA en los despachos, como Isiah Thomas. Han contado con todo esto en la última década y lo peor de todo, es que no ha servido para nada.


Duele hablar de los New York Knicks en estos términos, cuando realmente hablar de los Knicks, es hablar de la historia del baloncesto, de la historia de la NBA. Es cierto que la fama de la franquicia de la Gran Manzana no va acompañada de un éxito equiparable a su popularidad, tan sólo han logrado alzarse con el título de campeones en dos ocasiones, ambas en los años 70', concretamente en el 70 y en el 73, derrotando a los Lakers en ambas ocasiones. Eran días de gloria para los Knickerbockers, que contaban con grandes jugadores como Walt Frazier, Dave DeBusschere, Bill Bradley, Dick Barnett, Earl Monroe y, por encima de todos, Willis Reed, el líder, el gran capitán, el MVP de las dos finales que ganaron los Knicks, el alma y pilar central de la franquicia más famosa de la historia viva del baloncesto. Tuvieron que pasar 11 años para que los Knicks contaran de nuevo con un jugador capaz de representar los valores del viejo Willis, Patrick Ewing.
Con el pívot de Georgetown, se abrían de nuevo las esperanzas de una franquicia que soñaba con revivir los días gloriosos de la pasada década. En parte los Knicks volvieron a esa élite, durante los años siguientes hasta la marcha de Ewing de los New York Knicks, estos fueron un equipo asiduo a los Playoffs, llegando a disputar dos Finales de la NBA, una en 1994 y la otra en 1999 (la temporada del lockout), perdiendo en ambas ocasiones la Final, contra los Houston Rockets y los San Antonio Spurs respectivamente.
Pese a no lograr el título, todo aficionado de los Knicks recuerda en esos días ver sobre la cancha del Madison a un equipo entregado a su ciudad, a una férrea defensa que Pat Riley inculcó durante su etapa como entrenador en los 90', unos duelos fraticidas contra los Pacers de Indiana y su estrella Reggie Miller, recuerda como una y otra vez se topaban, no sin pelear hasta el final, con la misma piedra que se toparon otros grandes equipos de la época y que ha tantas estrellas de la NBA ha dejado sin anillo, los Chicago Bulls de un tal Michael Jordan... ¿os suenan?. Aquellos partidos eran batallas interminables dónde ambos equipos se enzarzaban en encuentros duros y casi violentos, pero que son un sagrado recuerdo de la historia baloncestística de una época que, por desgracia, es muy poco probable que se vuelva a repetir.

Los New York Knicks, los eternos candidatos, la franquicia más famosa de la NBA, etapas gloriosas y épocas grises, de la mediocridad al éxito y viceversa.
Esta última década ha sido probablemente la más oscura de toda la historia de la franquicia neoyorquina, sin embargo, cual Ave Fénix resurgiendo de sus cenizas, es posible (ojala sea así), que los días de gloria de los Knicks, pueden volver.
Son bajo mi punto de vista, la revelación de lo que llevamos de temporada (unos 25 partidos), con un balance victorias-derrotas de 16-9 y 8 victorias de manera consecutiva, parece que los Knicks, entrenados por Mike D'Antoni y liderados por una nueva generación de estrellas, vuelven a ser candidatos, por lo menos, a jugar los Playoffs y hacer algo de "ruido". Son unos Knicks con un sello de identidad distinto al de sus etapas exitosas, su piedra filosofal es la de practicar un baloncesto extremadamente ofensivo, jugando rápido, posesiones cortas y movimientos ágiles para encontrar a su jugador referencia, Amar'e Stoudemire. Para ello, los Knicks se han hecho este verano con los servicios de un jugador al que no se nombra demasiado, ni se tiene valorado, en mi opinión, como se merece, Raymond Felton. El base titular de los Knicks, promedia a estas alturas de campaña unos números de 18.4 ppp, 8.7 app, 3.8 reb, 2 rob y todo ello con unos porcentajes de tiro bastante buenos. Disponen además de un buen tirador como el italiano Gallinari, con un Wilson Chandler que probablemente este jugando su temporada más seria y completa desde que aterrizó en la NBA, con un novato solvente como Landry Fields, que dará que hablar en los próximos años sin necesidad de ser una nueva súper estrella, con gente que aporta intensidad desde el banquillo, como Turiaf o Toney Douglas y sobre todo, con algo con lo que no han contado los Knicks en la última década y si tienen estos "nuevos" New York Knicks, más rápidos y brillantes que ningunos en estos últimos 10 años, cuentan con algo que ya tenían aquellos Knicks de Patrick Ewing, en menor medida por supuesto, pero es un buen inicio. Os preguntareis que es, cual es ese arma que han recuperado estos Knicks, la más importante de todas, es que se lo creen. Saben de sus cualidades y de que son capaces de devolver la ilusión a la franquicia neoyorquina, seguramente no consigan un campeonato, ni jueguen una Final, pero el éxito en la NBA no se mide únicamente en los títulos, reservado a un club muy selecto, casi inalcanzable, pero lo que si que es seguro, por lo menos a mí me han convencido, es que su actitud para estampar de nuevo el nombre de los Knicks en la zona alta de la NBA, es inmejorable.

Que vuelvan los días de gloria al Madison Square Garden, por favor...

1 comentario: