lunes, 17 de enero de 2011

La interminable historia de "lo que pudo ser y no fue"



Por desgracia es algo inevitable en el mundo del deporte profesional. Un joven jugador inicia su carrera deportiva, empieza a despuntar sobre el resto y se convierte en una estrella. Mejor dicho en un "proyecto de estrella", ya que demuestra tanta calidad y un potencial de mejora tan grande, que es difícil vislumbrar su evolución completa como profesional, se hace complicado imaginar dónde está el techo de su nivel. Hasta que un día el sueño se acaba. Aparecen los problemas físicos, primero en forma de molestias poco alarmantes porque es un jugador joven, se recuperará. Posteriormente los problemas se complican y se requiere del paso por el quirófano, pero todavía tiene mucha carrera por delante para recuperar su nivel, tiene esperanzas. Los problemas no cesan, las operaciones se multiplican y su carrera acaba siendo algo que ni tan siquiera se asemeja a la sombra de aquel "proyecto de estrella". Lo que pudo ser y no fue...





Son muchos, demasiados, los jugadores que no han alcanzado el 100% de su potencial por culpa de las lesiones. Un capricho del destino contra el que es muy difícil luchar si te toca padecerlo con toda su crudeza. La NBA, como es lógico, no está exenta de figuras cuya carrera profesional apenas pudo empezar, o quedó en algo mucho menos brillante de lo que se esperaba por lo ofrecido por el jugador antes de lesionarse.
En la actualidad son bastantes los jugadores que han sufrido o sufren de lesiones que se convierten en un calvario personal para ellos, lesiones que se convierten en casi habituales o que, en algunos casos, pueden significar el final de una carrera que podría haber sido más exitosa, e incluso que está prácticamente por empezar, como la de Greg Oden, cuyos constantes problemas hacen pensar cada día que pasa, que es el nuevo Sam Bowie de Portland. No es Greg Oden el único jugador “maldito” por las lesiones, Yao Ming puede ver finalizada su carrera profesional por los continuos problemas con su pie izquierdo del que ya ha sido intervenido tanto por problemas con un dedo como por un hueso del pie, lesión de la cual no se ha recuperado del todo y le mantiene de las canchas de manera indefinida, incluso llegando a poder forzar su retirada. Hay muchos más casos de “eternos lesionados” o jugadores que, simplemente, juegan por debajo de su nivel por culpa de las secuelas de las lesiones, incluso los hay que no llegaron a demostrar su verdadero potencial: Andrew Bynum, Michael Redd, Gilbert Arenas (que sumó a sus lesiones otro tipo de problemas) Tracy McGrady y sus constantes problemas de espalda, Antonio McDyess (una estrella hasta que empezó su calvario), o Jamal Mashburn (gran anotador hasta lesionarse) que se vio forzado a la retirada hace ya algunos años, etc. etc. Es más, hay jugadores con un gran futuro por delante, como John Wall y Blake Griffin, rookies en este curso baloncestístico 2010-2011, que ya tienen experiencias desagradables con las lesiones. Del primero se habla de una tendinitis en su rodilla derecha que puede llegar a ser crónica y acompañarle a lo largo de su trayectoria en la NBA, de momento parece no ser grave y no deberá enfrentarse a algo más allá de posibles molestias sin importancia a causa de la acumulación de partidos, pero esta historia ya la hemos oído muchas veces. El segundo, Blake Griffin, ya sabe lo que es perderse una campaña entera de competición a causa de una grave lesión de rodilla en el último partido de pretemporada de los Clippers en la campaña pasada (2009-2010), lo cual ha retrasado un año su debut hasta el curso actual, dónde de momento, no hay atisbo posible de recaída, pero nunca se sabe.
Una anécdota curiosa sobre las lesiones crónicas de los jugadores, la protagoniza DeJuan Blair, actual jugador de los San Antonio Spurs, que tras sufrir numerosas lesiones en su etapa en el High School en los ligamentos cruzados de sus rodillas y la rotura de los mismos, fue sometido a una operación para reconstruirlos, pero los injertos que se extraen del propio tendón rotuliano de la rodilla lesionada, en vez de integrarse completamente al hueso, realizando así la función del ligamento, fueron reabsorbidos por el organismo de Blair, provocando que actualmente, DeJuan continúe su carrera como profesional sin ligamentos cruzados, gracias a la musculatura extremadamente desarrollada de sus rodillas. Lo negativo de esto es que las rodillas hacen un esfuerzo mucho mayor de lo normal y su carrera debiera ser más corta de lo habitual, por no hablar de que una lesión sería fatídica en su caso.

Sin embargo de lo que hablaré en este post es de una historia conocida por muchos aficionados, la de los dos jugadores más grandes, para mí, víctimas de las lesiones. Os preguntareis por que Brandon Roy aparece en la imagen que ilustra la noticia, junto a Anfernee “Penny” Hardaway y Grant Hill. Sencillamente porque su caso, por desgracia, me recuerda muchísimo al de estos dos jugadores, más concretamente al de Penny Hardaway. Sin haber demostrado tanta calidad como Penny o Grant Hill, he comentado en alguna ocasión que Brandon Roy es una de mis debilidades. Considero que es un jugador extremadamente inteligente sobre la cancha, que maravilló a los aficionados de Portland en sus 3 primeras temporadas y que, ya pasado el ecuador de la temporada pasada, los problemas físicos empezaron a ser un compañero habitual en Brandon Roy, haciendo que sus prestaciones sobre la cancha bajaran en picado. Empezaba a observar en Roy síntomas de una evidente pérdida de capacidad atlética, menos agilidad, pérdida de velocidad, menos capacidad de salto y peor desplazamiento lateral. Todo ello conlleva la perdida de facultades como defensor y que tengas que reservarte mucho en este aspecto si tienes que liderar a tu equipo en ataque, pero además en el caso de Roy ha ido acompañado, como no podía ser de otra manera, de una pérdida de su capacidad para generarse tiros cómodos, incluso para jugar de manera colectiva, ya que ni tan siquiera atrae a las defensas rivales sobre él y es incapaz de producir asistencias para sus compañeros, teniendo en cuenta que no es un base y no es su mayor virtud el generar juego para el resto. Tras estos problemas, agudizados todavía más en lo que se ha jugado de la actual temporada, los Blazers comunicaron que Roy es baja por tiempo indefinido y que deberá operarse de sus dos rodillas. Como digo, recuerda demasiado al caso de Penny Hardaway.
Como he dicho anteriormente, en mi opinión Penny Hardaway y Grant Hill, son dos perlas de las que no hemos tenido ocasión de disfrutar, dos jugadores que de no haberse lesionado hubieran cambiado sin ninguna duda el curso de la NBA. Podéis pensar que exagero o estar totalmente en desacuerdo, pero pienso firmemente que de no haberse lesionado, hoy en día no hablaríamos de Kobe y LeBron como los jugadores que más se acercan al trono del gran Michael Jordan, sino de Penny Hardaway y Grant Hill, jugadores que en sus inicios, eran llamados a ser el “nuevo Michael Jordan”. Estoy seguro de que sin el particular calvario que han sufrido, estos dos jugadores serían a día de hoy, los que más cerca han estado del nivel que en su día mostró Jordan, pero eso sí, también tengo claro que ni hubieran igualado ese nivel, ni mucho menos hablo de llegar a superarlo, eso, rotundamente no.

Grant Hill, estaba destinado a liderar a los Detroit Pistons hacía un nuevo resurgir que les guiará de nuevo a las Finales de la NBA, como cuando la franquicia de la ciudad del automóvil contaba con jugadores míticos como Isiah Thomas, Joe Dumars, Vinnie Johnson, Bill Laimbeer, etc. Era un jugador con unas virtudes atléticas muy difíciles de igualar por aquel entonces en la NBA. Se le comparaba con Scottie Pippen, compañero de Jordan en los Chicago Bulls, ya que al igual que Scottie, el juego de Grant Hill reunía un asombroso talento físico junto con una elegancia técnica sin parangón, probablemente incluso superior a la de Pippen. Era capaz de penetrar a canasta con tal violencia como lo hace LeBron James en la actualidad, capaz de anotar incansablemente desde la media distancia y de postear con solvencia. Paradójicamente, todo eso terminaría a finales de su mejor campaña a nivel personal, en la que sufrió una lesión el 15 de abril, justo antes de iniciarse los Playoffs de la temporada 1999-2000. Tras jugar con molestias el primer partido y rendir por debajo de su nivel habitual, se vio obligado a abandonar la competición en el transcurso del segundo partido de la primera ronda, perdiendo así su equipo la serie contra los 76ers de Philadelphia, liderados por aquel entonces por Allen Iverson. Posteriormente, el nuevo y lastrado Grant Hill, vivió la parte más cruel de su cruzada contra las lesiones, fue traspasado a Orlando dónde se hacían ilusiones con la pareja que iba a formar con la nueva estrella Tracy McGrady, pero la realidad fue que Grant Hill sólo pudo disputar 47 partidos... en sus tres primeras temporadas, viéndose obligado a perderse íntegramente la campaña 2003-2004, en la que su ex-equipo Detroit Pistons logró el título, al pasar por el quirófano nuevamente. En los últimos años, ya con Grant Hill como integrante de los Phoenix Suns, parece ser que el veterano alero de la universidad de Duke a recuperado el ritmo de competición y no ha vuelto a recaer de sus problemas en los tobillos. No obstante, la desgracia es no poder haber visto nunca el verdadero límite de Grant Hill. Desde aquí, aunque no sirva de mucho, le deseamos toda la suerte del mundo y que el calvario de las lesiones no vuelva a cruzarse en su camino.

El caso de Penny Hardaway es para mí el más triste de todos. Penny es uno de mis jugadores favoritos de todos los tiempos, creo sinceramente que, pese a que hay jugadores que le han superado con creces en lo que a promedios y estadísticas se refiere, es el jugador que más cerca ha estado de ser ese “nuevo Jordan” que parece que jamás se cansan de buscar, y eso que creo profundamente, que de Penny Hardaway sólo se llegó a ver el envoltorio y no al auténtico “jugadorazo” que podría haber sido.
Penny, mote que le puso su propia abuela, ya despuntó enormemente en el instituto, logrando cifras abrumadoras de 36.6 puntos, 10.1 rebotes, 6.2 asistencias, 3.9 robos y 2.8 tapones en su año senior. Dominio absoluto del juego. En la universidad, en su año junior en Memphis, logró también números escandalosos, incluso consiguió 2 triples-dobles, algo extraño en baloncesto universitario, pero comprensible con el absoluto dominio del juego que ejercía Hardaway. Esa trayectoria le llevó a ser seleccionado en el número 3 de la primera ronda del draft de 1993, por los Golden State Warriors, que traspasaron sus derechos a los Orlando Magic a cambio de Chirs Webber, que había sido elegido número 1 del draft.
Hardaway empezó pronto a demostrar su talento, con 2 metros de estatura, y un talento acorde a tal cantidad de centímetros, incluso superior, Penny no tardó en afianzarse como base titular del equipo, tras disputar los primeros partidos como escolta, Hardaway asumió el mando de la posición de base, que había pertenecido previamente a Scott Skiles. En su temporada como rookie (1993-1994), logró también su primer triple-doble, logrando 14 puntos, 12 asistencias y 11 rebotes contra los Celtics de Boston. Logró además guiar a su equipo hacía los Playoffs, aunque fueron barridos 3-0 en primera ronda por los Indiana Pacers de Reggie Miller, junto al joven pívot Shaquille O’ Neal, con el que formaba una de las parejas más letales de la NBA, pese a la extrema juventud de ambos.
Su segunda temporada como profesional (1994-1995), fue también la de su cenit a nivel personal y colectivo. Penny se mostraba como el indiscutible líder de los Magic en cancha, dirigiendo a una orquesta que contaba con el poderoso Shaquille O’ Neal en el puesto de center y con un Horace Grant que había sido incorporado al equipo de los Magic para aportar veteranía y ayuda interior para el joven Shaq. Hardaway se erigió como perfecto timonel y Shaquille como el ejecutor más voraz. Tan grande fue el éxito de la joven franquicia de Florida por aquel entonces, que lograron alcanzar las Finales de la NBA, donde ni el talento del joven Penny, ni la descomunal fuerza de O’ Neal sirvieron para hacer frente a unos Houston Rockets más veteranos que contaban con unos de los mejores pívots de todos los tiempos, Hakeem Olajuwon, y que se presentaban a la cita además como vigentes campeones, tras ganar a los New York Knicks por 4-3 en las Finales de 1994.
Las dos siguientes temporadas, fueron especialmente duras para Penny, la primera de ellas (1995-1996) por contar con la inesperada lesión del joven Shaquille O’ Neal, que dejaba a Hardaway solo al frente del conjunto de Orlando. Penny cumplió con creces liderando al equipo a un gran arranque de temporada, con un balance de 17-5. Los Magic alcanzaron las 60 victorias y jugaron los Playoffs, donde cayeron derrotados por los Chicago Bulls del 72-10, que contaban de nuevo con Michael Jordan y a la postre se alzarían con el título, no sólo ese año, sino también los dos siguientes.
La segunda temporada especialmente dura para Penny, fue la 96’-97’, ya que Shaq había abandonado al equipo para probar fortuna en los Lakers de Los Angeles. Penny además comenzó con los problemas físicos, al disputar sólo 59 de los 82 partidos de liga regular y ver como su nivel de juego se resentía, no por falta de calidad o por la ausencia de Shaq, sino porque, tal y como quedaría demostrado, las molestias con sus rodillas, iban a ser el principio del fin de la carrera de Penny.

Lo que pudo ser y no fue... 1997-1998, Penny Hardaway sufre una durísima lesión de rodilla, que le permite disputar únicamente 19 partidos de liga regular, 15 de ellos como titular. Sus promedios estadísticos, como es lógico, se resienten, no son malos pero si reflejan lo que es evidente, Anfernee Hardaway es otro jugador, sin rastro de la capacidad atlética que le permitía dominar casi todas las facetas del juego y que le convertían, según los rivales, en el jugador más rápido de la NBA, con 2 metros de estatura. Fue el principio del fin, una terrible lesión que le ocasionó 4 operaciones en su rodilla izquierda durante el resto de su “nueva” y desvirtuada carrera NBA, una carrera NBA que no era la de Penny Hardaway, era la de otro jugador. Lesiones que le han permitido jugar, en un principio, bastantes partidos, disputando todos los encuentros de la temporada del lockout, pero que posteriormente y tras ser traspasado a Phoenix Suns, volvió a dejarle en el dique seco más tiempo del deseado, como durante el curso 2000-2001, en el que sólo pudo disputar 4 partidos.

Lo que pudo ser y no fue, una historia, por desgracia, atemporal e interminable. Esperemos que Brandon Roy no sea el siguiente de la lista, porque ya hemos visto que las carreras de Penny y Grant Hill continuaron, pero su verdadero potencial, su calidad real, se quedó en el quirófano. Es injusto.



Eduardo Góngora

3 comentarios:

  1. La verdad que lo de Portland me da pena, no se puede tener tan mala suerte, primero Oden y luego Roy, lo que podria haber sido este equipo si las lesiones hubiesen respetado a sus estrellas.

    El análisis de Hardaway excelente, este tipo era increible, en fisico y fundamentos. Se le veian cosas maravillosas, tenia el aura de jugador mágico capaz de todo. Una verdadera lastima.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por comentar de manera habitual Jos-Ito. De verdad que es una ilusión teniendo en cuenta que si actualizamos el blog es cuando tenemos un poco de tiempo disponible y no tantas veces como quisiéramos. Gracias por los comentarios y por las visitas a todos los que habitual o esporádicamente hayan pasado por aquí.

    ResponderEliminar
  3. SUper Penny,,que risas jugando al basket oensando enb sus movimientos.... y sus pases,,,me encantaban...que temporadon aquel en el que Hakeem les destrozo en las finales,,,pero que jugadorazo.... que bueno-...

    Gracias por el articulo...

    ResponderEliminar